Una tarde apacible. Todos con su vida ajetreada, pero yo estaba con ella. Le acariciaba el cabello mientras cómo jugando me sacaba los puntitos negros del rostro. Hablaba sobre los comentarios que cierto pitoniso diabólico le había vaticinado:" Tu no te quedarás con nadie, no conocerás el amor y morirás joven". Ciertamente me sentia triste al escuchar que creyera siquiera un poco de tamañas mentiras. Una chica tan dulce como ella, la mujer que amaba, acaso y debía ir deambulando por el mundo buscando siempre algo que sólo existe en nuestra fe?. Le miré enternecidamente. La abrace fuertemente diciéndole que los vaticinios y toda esa sarta de cosas sobre el futuro eran solo imaginaciones creadas por el azahar. Uno podía escoger o intentar encaminarse en lo que quería hacer. Con un solemne beso me abrazo. Me dijo que estaría siempre conmigo.
A los pocos días comenzó el cambio: Ya no contestaba el teléfono, se convirtió de un ser dulce a una persona arrogante y compulsiva. De lo que conocía en ella iba quedando nada, hasta que cierto día la dejé de ver más. Por comentarios de amigos en común me enteré que salía con un conocido mio. Que profesaba nueva felicidad mientras a mi el mundo se me había caído a pedazos. No supe más de ella durante muchos años, tiempo en el que conocí a Adriana, nos enamoramos, terminamos la maestría y nos casamos. Los hijos fueron otra etapa feliz para mi. No supe nada más de mi inicial amor, hasta la mañana de hoy , en que lamentablemente, y cuál feroz daga clavada en el corazón, reconocí su rostro en la página de la sección policiales tras leer el encabezado: "AMANTE CELOSO ASESINA DE 22 PUÑALADAS A NOVIA INFIEL."
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