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miércoles, 2 de febrero de 2011
Despertar
DESPERTAR
No pudo soportar más los problemas, sobre todo la pérdida de Nancy.
Cogió la Winchester, apuntó a su cabeza y sin dudarlo jaló el gatillo.
Por un largo periodo de tiempo todo fue oscuridad, hasta que de a pocos, sus ojos se fueron abriendo.
Cuando despertó, tuvo conciencia que pendía de una gran troncal de cables conectados a su columna vertebral y su cabeza. Que no tenia extremidades.
A lo lejos escuchó:
-Dr. Mabuse, hemos fracasado nuevamente! ¡La unidad 2548 se ha desconectado otra vez!
INTERFERENCIA DE ESTÁTICA
INTERFERENCIA DE ESTÁTICA
Hallen intentaba repetidas veces comunicarse con Van pero éste no contestaba. De pronto, la radio parecía captar señal y escuchaba una tenue voz. “Hallen el calor promedio que esperábamos ha sido largamente superado, apenas y puedo ver y respirar...” – Nuevamente la estática había dado paso al silencio. Hallen no lo podía creer. Nada de esto era como lo esperado según las secuencias de ensayo. Otra vez escuchó: “Hall estoy perdido! ¡Hemos errado las coordenadas, este no es el lugar...!” En la sala de comunicaciones su compañero trataba de vencer el ruido hasta que amplificó más la señal para percibir a su amigo y entendió con escalofrío que aquel sonido no era producto de la estática sino algo parecido al producto de millones de millones de gritos humanos. Regresó la comunicación y Hallen rápidamente preguntó: ¡Van dime en donde te encuentras! A lo que su compañero respondió poco después: ¡El infierno...! Luego la radio no volvió a transmitir más.
La máquina
LA MAQUINA
Quería hacer solo un jardín. Pero había encontrado una cápsula que inmediatamente inferí no era humana. En ella encontré información de la catástrofe que se avecinaba y como salir a salvo. Solo así decidí construir este bunker .Durante mucho tiempo escuche afuera gritos terribles, así como explosiones casi atómicas. Ahora reina el silencio. Según la cápsula( que ahora sé fue enviada por otra forma de vida inteligente que evitó que una sociedad beligerante nos exterminara por completo) en 5 días todo habrá acabado, pero no debo salir. La última indicación que me dio es que debemos adaptarnos a vivir en las profundidades de la tierra ya que nuestro cuerpo y habilidades mutarán así como preparar a los sobrevivientes para una rebelión y algún día recuperar la superficie: Destruirlos como ellos hicieron con nosotros. Después de esto la maquina dejó de funcionar.
Quería hacer solo un jardín. Pero había encontrado una cápsula que inmediatamente inferí no era humana. En ella encontré información de la catástrofe que se avecinaba y como salir a salvo. Solo así decidí construir este bunker .Durante mucho tiempo escuche afuera gritos terribles, así como explosiones casi atómicas. Ahora reina el silencio. Según la cápsula( que ahora sé fue enviada por otra forma de vida inteligente que evitó que una sociedad beligerante nos exterminara por completo) en 5 días todo habrá acabado, pero no debo salir. La última indicación que me dio es que debemos adaptarnos a vivir en las profundidades de la tierra ya que nuestro cuerpo y habilidades mutarán así como preparar a los sobrevivientes para una rebelión y algún día recuperar la superficie: Destruirlos como ellos hicieron con nosotros. Después de esto la maquina dejó de funcionar.
La misión
LA MISIÓN
Ella juega con su cabello mientras El observa su desnudez. Han sido colocados en un gran manto verde mientras lo que parece una gran luz va desapareciendo entre lo azul de un cielo despejado. Ella juega con las otras formas de vida que entiende no son hostiles. El sólo tiene un gran dolor en la cabeza y el recuerdo de una imagen algo confusa, quiere pronunciar algo pero le es imposible. Mira a su compañera con algo de extrañeza pero no puede dejar de lado su turbación hasta que recuerda la dura y difícil misión que se le había encomendado.
A lo lejos, millones de kilómetros en el espacio, hablan los tripulante de la nave espacial (encargada de dejar a los dos únicos individuos que poblarán el planeta a través de milenios) felicitándose entre si porque todo había sido un gran éxito según lo planeado.
Ella juega con su cabello mientras El observa su desnudez. Han sido colocados en un gran manto verde mientras lo que parece una gran luz va desapareciendo entre lo azul de un cielo despejado. Ella juega con las otras formas de vida que entiende no son hostiles. El sólo tiene un gran dolor en la cabeza y el recuerdo de una imagen algo confusa, quiere pronunciar algo pero le es imposible. Mira a su compañera con algo de extrañeza pero no puede dejar de lado su turbación hasta que recuerda la dura y difícil misión que se le había encomendado.
A lo lejos, millones de kilómetros en el espacio, hablan los tripulante de la nave espacial (encargada de dejar a los dos únicos individuos que poblarán el planeta a través de milenios) felicitándose entre si porque todo había sido un gran éxito según lo planeado.
LA HISTORIA CIRCULAR
LA HISTORIA CIRCULAR
A fue el inicio. Sucedáneos periodos de tiempo fueron sumándose en Eones (Sólo así contamos nosotros los que estamos por encima del tiempo) hasta que apareció la gran explosión. Ante mis ojos vi como surgían sin explicación rezagos de vida: se propagaban en diferentes direcciones y Galaxias generando primitivas formas de vida que terminaron convirtiéndose en intolerables civilizaciones. Cual especies corrompidas empezaron a multiplicarse, conquistar otros planetas y destruirse entre ellos. Ninguna parte dentro de mi espacio metafísico estaba en paz hasta que decidí nuevamente que era mejor el reposo que la intranquilidad. Debía regresar al momento inicial del descanso, el punto absoluto del no movimiento(aunque sabía que incluso en este estado alguna vez dejaría de tener paz) así que procedí: Destruí cada punto microcósmico que me aquejaba y con ellos infinitos millones de entes corpusculares.
Me siento triste ahora con toda esta soledad. Sin querer, he vuelto a llegar a un conocido momento A.
A fue el inicio. Sucedáneos periodos de tiempo fueron sumándose en Eones (Sólo así contamos nosotros los que estamos por encima del tiempo) hasta que apareció la gran explosión. Ante mis ojos vi como surgían sin explicación rezagos de vida: se propagaban en diferentes direcciones y Galaxias generando primitivas formas de vida que terminaron convirtiéndose en intolerables civilizaciones. Cual especies corrompidas empezaron a multiplicarse, conquistar otros planetas y destruirse entre ellos. Ninguna parte dentro de mi espacio metafísico estaba en paz hasta que decidí nuevamente que era mejor el reposo que la intranquilidad. Debía regresar al momento inicial del descanso, el punto absoluto del no movimiento(aunque sabía que incluso en este estado alguna vez dejaría de tener paz) así que procedí: Destruí cada punto microcósmico que me aquejaba y con ellos infinitos millones de entes corpusculares.
Me siento triste ahora con toda esta soledad. Sin querer, he vuelto a llegar a un conocido momento A.
martes, 14 de diciembre de 2010
LAS VIOLETAS
LAS HISTORIAS SON ATEMPORALES. UNA VIDA SIEMPRE SE REPITE DE ALGUNA MANERA EN ALGUNA PARTE DEL TIEMPO, EN DIFERENTES LUGARES O ÉPOCAS, Y UNO NO TIENE POR QUÉ SABER O IMAGINARSE SIQUIERA QUE SU VIDA TAMBIÉN HA SIDO LA VIDA DE OTROS EN ALGUN MOMENTO. ES ASÍ QUE ME ENCUENTRO CON GUILLERMO STOCK (¿QUIZÁS AHORA UN COLABORADOR INVOLUNTARIO DE ESTE ESPACIO?) DESDE SU LEJANA 1916 Y TENGO LA FORTUNA DE APRECIAR PARTE DE SU MUNDO MOSTRADA EN “EL 10 DE ENERO”. EL SIGUIENTE RELATO ES PARTE DE EL, Y PESE A SEPARARNOS UN SIGLO A CUESTAS, VI PARTE DE MI HISTORIA REFLEJADA EN SUS LINEAS.
LAS VIOLETAS
A la memoria de mi hermana
María Teresa Stock de Altgelt.
Nada puede la vida contra la muerte, y en un muerte nada existe. Pero el esposo de Alma Elvira se levantó una noche de su ataúd como un hombre vivo. No pudo, sin embargo, abrir la puerta de hierro de su sepulcro, y desesperado la sacudió gritando: “¡Yo no quiero estar aquí! ¡Yo quiero estar donde está Alma Elvira!” Los cipreses del cementerio se estremecieron. El viento se transformo en un quejido. La noche se puso a pensar con angustia. En un ámbito del espacio sonó una sentencia lúgubre:--“ ¡ Es inútil querer o no querer!” Y alma Elvira sollozaba. Otro ámbito del espacio contestó:----“ ¡Nada es imposible!” Entonces la puerta del sepulcro se abrió sola; y Alma Elvira sonreía.
Con su smoking, la cara hundida transparente, a tan altas horas nocturnas, por las calles solitarias, parece una calavera, rendido de trasnochar, que ha perdido su sombrero quién sabe cómo. “Pero Ricardo no es una calavera”, se dice Alma Elvira. En la mano lleva un ramo de violetas. ¿No son las mismas que ella había dejado esa tarde en su tumba?.......¿A dónde va? Junto a un pórtico se detiene. “Aquí reside”. Entra. Reclinado sobre una mesa duerme un hombre cuya conciencia no le ha dejado conciliar el sueño en la comodidad del lecho. Y la justicia lo ha absuelto. Ve un muerto, y tiembla. Ese muerto es Ricardo que se le acerca.!Te di una bofetada.......la merecías........tenías puños, y me pegaste un tiro....¿Estás contento ahora? ¡Por ti no existo! ¡Habla! ¡ No puedes, y yo, que soy un muerto, no puedo hablarte, y estrangularte!” El hombre siente sobre su cuello unos dedos helados. En un esfuerzo por librarse de su opresión asfixiante, despertó sin encontrar a nadie a su lado. Ricardo, ya de nuevo en la calle, llegó en un momento a cierta casita. Sacó del chaleco una llave—“¿Cómo? ¿Estaba la llave en su chaleco?”— abrió la puerta y entró. Se hallaba en su hogar, a un paso de su esposa. Latió fuertemente su corazón; sus manos se entibiaron; su color pálido de cadáver se transformó en color pálido de vida intensa.
- ¡Por fin has vuelto!— exclamó ella— buscando a tientas la caja de fósforos sobre el velador.
- - Dámela, Alma Elvira.
- Y se apresuró a encender el gas.
- Lo han cortado.
Rabiando encendió la vela.
- No te pongas de mal humor, Ricardo.
- No, no. – Pero su mal humor era visible.
Vio vacía la cuna del nene.
- ¿Dónde está?
- Aquí, hombre ciego. Desde que faltas, lo acuesto conmigo.
Ricardo permaneció de pié, inmóvil, al lado de la mesa de noche y de la cama, contemplando con mirada doliente y amorosa, ya al angelito dormido, ya a la madre del angelito enflaquecida por las penas. Ella sonreía con una alegría infinita que se desvanecía a la idea de que su visión era un sueño:
- ¡Muerto! ¡Muerto!— gritó, con vos ahogada, en una ansiedad súbita.
- ¡Calla! ....!Calla!....!estoy vivo! –exclamó él alejándose.
- ¡No te vayas! ¡No te vayas!
- No, no.
- ¿Para volver a irte luchaste por venir?
¡Qué distancia nos separaba!
- Sí, si, Alma Elvira—murmuró él.
- ¡Arrímate a mí como antes, Ricardo!
Y el se sentó a su lado. La besó. Besó al nene. La besó otra vez, y le dijo:
- Te traigo estas violetas.
- ¡Violetas de mi amor, Ricardo mío!
Y él preguntó de pronto:
- ¿Así es que has podido pagar el gas?
- No.
- También te echará el casero.
Ella le contestó en silencio pesaroso con un movimiento afirmativo de la cabeza.
- Y tengo...hambre, Ricardo.
- ¡Hasta hambre! –sollozó él, y lloró.
- Pero no llores, Ricardo. ¿No estás tú ahora?
- Tienes razón –observó, dejando de llorar. – Ya veo, ya veo, —agregó—que por mí has gastado en mis exequias todo el dinero.
- Todo no.
- ¿Qué será de ustedes, Alma Elvira, si no tengo bastante fuerza para quedarme?
- No nos abandones, Ricardo, o llévanos contigo.
- Nadie te ha ofrecido ayuda...
- Nadie, no...— Y se rió de un modo significativo.—No faltan nunca amigos fieles a la memoria de la amistad...
Él se puso de pie.
- ¡Tengo bastante fuerza para quedarme!
Caminó pensativamente por la habitación.
- Bueno, bueno,— dijo de pronto, deteniéndose— corro a buscar algunas cosas de comer... ¿y para el nene?
- Este pícaro se tomó dos mamaderas antes de acostarse, y hay más de leche.
- ¡Pobre Alma Elvira!...Bueno, bueno...
- No salgas. Nada encontrarás a estas horas.
- ¡Cómo no!...
- ¡Pero no demores!
- No. Cenaremos juntos. Y en cuanto sea de día iré a pagar el alquiler de la casa, el gas, todas las deudas.
Abrió el armario y sacó el sombrero.
- ¿Y el sobretodo?
- También esta en el armario.
Se lo puso.
- Hasta luego, Alma Elvira.
- Pero ¿Tienes dinero, Ricardo?
- ¡Vaya, qué pregunta!
- ¡No tardes, no tardes!
- No.
Ella se dijo: “!Qué Ricardo! Me ha engañado; no ha de tener dinero”. Y con este pensamiento de su mente debilitada por la tristeza profunda, se durmió esperándole, reclinando el rostro sobre la almohada, junto a las melancólicas flores que él le trajo.
Al despertar, Alma Elvira, cuando ya entraba la luz del sol por las rendijas, buscó en vano las violetas.
LAS VIOLETAS
A la memoria de mi hermana
María Teresa Stock de Altgelt.
Nada puede la vida contra la muerte, y en un muerte nada existe. Pero el esposo de Alma Elvira se levantó una noche de su ataúd como un hombre vivo. No pudo, sin embargo, abrir la puerta de hierro de su sepulcro, y desesperado la sacudió gritando: “¡Yo no quiero estar aquí! ¡Yo quiero estar donde está Alma Elvira!” Los cipreses del cementerio se estremecieron. El viento se transformo en un quejido. La noche se puso a pensar con angustia. En un ámbito del espacio sonó una sentencia lúgubre:--“ ¡ Es inútil querer o no querer!” Y alma Elvira sollozaba. Otro ámbito del espacio contestó:----“ ¡Nada es imposible!” Entonces la puerta del sepulcro se abrió sola; y Alma Elvira sonreía.
Con su smoking, la cara hundida transparente, a tan altas horas nocturnas, por las calles solitarias, parece una calavera, rendido de trasnochar, que ha perdido su sombrero quién sabe cómo. “Pero Ricardo no es una calavera”, se dice Alma Elvira. En la mano lleva un ramo de violetas. ¿No son las mismas que ella había dejado esa tarde en su tumba?.......¿A dónde va? Junto a un pórtico se detiene. “Aquí reside”. Entra. Reclinado sobre una mesa duerme un hombre cuya conciencia no le ha dejado conciliar el sueño en la comodidad del lecho. Y la justicia lo ha absuelto. Ve un muerto, y tiembla. Ese muerto es Ricardo que se le acerca.!Te di una bofetada.......la merecías........tenías puños, y me pegaste un tiro....¿Estás contento ahora? ¡Por ti no existo! ¡Habla! ¡ No puedes, y yo, que soy un muerto, no puedo hablarte, y estrangularte!” El hombre siente sobre su cuello unos dedos helados. En un esfuerzo por librarse de su opresión asfixiante, despertó sin encontrar a nadie a su lado. Ricardo, ya de nuevo en la calle, llegó en un momento a cierta casita. Sacó del chaleco una llave—“¿Cómo? ¿Estaba la llave en su chaleco?”— abrió la puerta y entró. Se hallaba en su hogar, a un paso de su esposa. Latió fuertemente su corazón; sus manos se entibiaron; su color pálido de cadáver se transformó en color pálido de vida intensa.
- ¡Por fin has vuelto!— exclamó ella— buscando a tientas la caja de fósforos sobre el velador.
- - Dámela, Alma Elvira.
- Y se apresuró a encender el gas.
- Lo han cortado.
Rabiando encendió la vela.
- No te pongas de mal humor, Ricardo.
- No, no. – Pero su mal humor era visible.
Vio vacía la cuna del nene.
- ¿Dónde está?
- Aquí, hombre ciego. Desde que faltas, lo acuesto conmigo.
Ricardo permaneció de pié, inmóvil, al lado de la mesa de noche y de la cama, contemplando con mirada doliente y amorosa, ya al angelito dormido, ya a la madre del angelito enflaquecida por las penas. Ella sonreía con una alegría infinita que se desvanecía a la idea de que su visión era un sueño:
- ¡Muerto! ¡Muerto!— gritó, con vos ahogada, en una ansiedad súbita.
- ¡Calla! ....!Calla!....!estoy vivo! –exclamó él alejándose.
- ¡No te vayas! ¡No te vayas!
- No, no.
- ¿Para volver a irte luchaste por venir?
¡Qué distancia nos separaba!
- Sí, si, Alma Elvira—murmuró él.
- ¡Arrímate a mí como antes, Ricardo!
Y el se sentó a su lado. La besó. Besó al nene. La besó otra vez, y le dijo:
- Te traigo estas violetas.
- ¡Violetas de mi amor, Ricardo mío!
Y él preguntó de pronto:
- ¿Así es que has podido pagar el gas?
- No.
- También te echará el casero.
Ella le contestó en silencio pesaroso con un movimiento afirmativo de la cabeza.
- Y tengo...hambre, Ricardo.
- ¡Hasta hambre! –sollozó él, y lloró.
- Pero no llores, Ricardo. ¿No estás tú ahora?
- Tienes razón –observó, dejando de llorar. – Ya veo, ya veo, —agregó—que por mí has gastado en mis exequias todo el dinero.
- Todo no.
- ¿Qué será de ustedes, Alma Elvira, si no tengo bastante fuerza para quedarme?
- No nos abandones, Ricardo, o llévanos contigo.
- Nadie te ha ofrecido ayuda...
- Nadie, no...— Y se rió de un modo significativo.—No faltan nunca amigos fieles a la memoria de la amistad...
Él se puso de pie.
- ¡Tengo bastante fuerza para quedarme!
Caminó pensativamente por la habitación.
- Bueno, bueno,— dijo de pronto, deteniéndose— corro a buscar algunas cosas de comer... ¿y para el nene?
- Este pícaro se tomó dos mamaderas antes de acostarse, y hay más de leche.
- ¡Pobre Alma Elvira!...Bueno, bueno...
- No salgas. Nada encontrarás a estas horas.
- ¡Cómo no!...
- ¡Pero no demores!
- No. Cenaremos juntos. Y en cuanto sea de día iré a pagar el alquiler de la casa, el gas, todas las deudas.
Abrió el armario y sacó el sombrero.
- ¿Y el sobretodo?
- También esta en el armario.
Se lo puso.
- Hasta luego, Alma Elvira.
- Pero ¿Tienes dinero, Ricardo?
- ¡Vaya, qué pregunta!
- ¡No tardes, no tardes!
- No.
Ella se dijo: “!Qué Ricardo! Me ha engañado; no ha de tener dinero”. Y con este pensamiento de su mente debilitada por la tristeza profunda, se durmió esperándole, reclinando el rostro sobre la almohada, junto a las melancólicas flores que él le trajo.
Al despertar, Alma Elvira, cuando ya entraba la luz del sol por las rendijas, buscó en vano las violetas.
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